Cuando un niño presencia discusiones entre sus padres, experimenta una mezcla de emociones intensas y confusas. Desde una perspectiva psicológica, estas emociones pueden incluir:
Miedo e Inseguridad: Las voces elevadas, el tono agresivo y la tensión entre sus padres pueden generar un profundo miedo en el niño. A menudo, los niños no entienden completamente la razón de la discusión, lo que aumenta su sensación de vulnerabilidad e inseguridad.
Ansiedad: La incertidumbre sobre lo que podría pasar a continuación puede provocar ansiedad. El niño puede preocuparse de que la discusión escale a algo peor, o incluso temer la posibilidad de que sus padres se separen.
Culpa: Es común que los niños se sientan responsables de los conflictos entre sus padres, especialmente si la discusión gira en torno a temas relacionados con la crianza o el comportamiento del niño. Esto puede llevarlos a sentirse culpables o avergonzados, creyendo que de alguna manera han causado el problema.
Tristeza y Tristeza: Ver a sus padres, que normalmente son figuras de seguridad y amor, peleando, puede ser profundamente doloroso para un niño. Esta tristeza puede ser acompañada por un sentimiento de impotencia, ya que el niño puede sentir que no tiene la capacidad de arreglar o mejorar la situación.
Confusión y Desorientación: Los niños pequeños, en particular, pueden tener dificultades para comprender el contexto o las razones detrás de una discusión. Esto puede llevar a una profunda confusión, ya que el niño no puede conciliar la imagen de sus padres amorosos con la realidad del conflicto.
Rabia y Frustración: En algunos casos, los niños pueden sentirse enojados con uno o ambos padres por causar malestar en el hogar. Esta rabia puede estar dirigida hacia adentro o hacia afuera, y podría manifestarse en un comportamiento desafiante o en un retraimiento emocional.
Aislamiento: Si las discusiones son frecuentes, el niño puede empezar a sentirse emocionalmente aislado. Puede temer expresar sus propias necesidades o emociones, creyendo que esto podría empeorar la situación, lo que podría llevar a una desconexión emocional de sus padres.
En general, la presencia constante de discusiones entre los padres puede afectar negativamente el bienestar emocional y psicológico del niño, generando patrones de estrés, ansiedad y problemas de autoestima que podrían perdurar hasta la edad adulta. Es crucial que los padres, siempre que sea posible, manejen los conflictos con respeto y cuidado, especialmente en presencia de sus hijos, y busquen apoyo si sienten que las discusiones están afectando negativamente a su familia.
Nubia Lucia Puertas Lozano